viernes, 20 de agosto de 2010

Lili-ponte-al-pedo en el faje de la muerte

La increible y triste historia del faje de la muerte.

- Tu dime ¿nos vemos o no? –inquirió tímidamente Jorge.

- Como tu quieras –contestó su novia.

- Tu dime, porque si te digo que no puedo de todos modos insistes.

- ¿Y si puedes?

- Si puedo, tengo cosas que hacer pero puedo arreglármelas.

- Parece que te pesara mucho verme –contestó Lili con voz un tanto afligida.

- No empecemos, es muy temprano –contestó Jorge con enfado.

- ¿Tienes alguna hora en especial para arreglar nuestras cosas o chocan también con tus múltiples quehaceres?

- Sólo te pregunte si querías que nos viéramos o no.

- Sabes perfectamente que yo siempre te quiero ver, pero parece que tu a mí no, por lo que se ve.

- No lo diré de nuevo, en caso de que te de la gana que nos veamos sin que me preguntes nada más, solo dime la hora y el lugar.

- ¿Por qué no mejor le llamas a tus amigos y se van a emborrachar como todos los fines de semana? Tu crees que no me doy cuenta pero pones más pretextos que mi padre –dijo Lilia a bordo de la histeria.

- No me compares con tu padre, yo todavía no me caso –dijo él secamente.

- ¡Eres peor! ¿Por qué no me haces un favor y te vas a la mierda? –colgó el auricular.

El fin de semana ya estaba libre, inhaló con pesadumbre y cuando iba a tomar otra vez el auricular para marcar volvió a sonar el aparato:

- Bueno…

- Esto no puede seguir así ¿por qué eres así conmigo? ¿Ya no quieres estar conmigo?

- Si eso fuera yo te lo didría Lili, mira te voy a pedir un favor: relájate, tengo resaca y me duele la cabeza, tengo que ir al baño, solo dime si nos vemos o no –dijo Jorge en tono de sincera gravedad.

- Está bien, te voy a hacer el favor de dejarte en paz, si tu me haces uno.

- Ok, dime.

- Vete a la mierda –colgó.

Confirmado, fin de semana libre, aunque no veía claro qué hacer, con todo, Lili ocupaba la mayor parte de su tiempo y cuando tenía algo de tiempo libre se ponía triste y se aburría, tomó el auricular y marcó:

- ¿Pirra?

- El mismo ¿quién habla?

- Habla tu papá, mamón, ¿qué pedo? ¿chupas o disparas?

- ¿Qué tranza mi George, y ese milagrazo? ¿no me digas que te emputaste con tu vieja?

- Ella se pone al pedo, debería llamarse “Lili Pontealpedo”.

- Esta bien mi George, usté que le gusta la mala vida, tan chido que es echar patrulla sin contratos.

- Pus ya ves ¿tons qué? ¿vas a Querétaro?

- Nel, voy a Taxco.

- Ya wey, ¿qué? ¿si o no?

- Va, te veo con el negro como en una media hora, no más echo una caca y me cambio.

- Va –colgó Jorge pensando que después de todo el fin de semana había empezado bien. Lili pontealpedo debería estar hecha un mar de llanto.

La cervecería del negro era un lugar pequeño de unas 4 mesas, las paredes estaban decoradas por fotos de la Revolución, una de las paredes tenía una de Zapata y Villa en la silla presidencial que hacía sentir menos miserables a los presentes, alguna otra plasmaba a un zapatista sentado almorzando un plato de frijoles y atole, la buena defición de la foto y el acercamiento permitía ver detalles de la cara del insurgente, era moreno quemado, de bigote muy negro y espeso, con una cicatriz que le cruzaba la mejilla derecha hasta la ceja, sus ojos miraban directamente a la cámara al momento de la foto y eso daba el efecto de mirar fijamente a quien lo veía y parecía tener cara de: “te voy a chingar cabrón”. En las paredes del fondo había dos grafitis de tema prehispánico. Cuando Jorge llegó el Pirra ya estaba dentro:

- Ese Negro, échame una corona porfa –dijo Jorge.

- Ese mi George ¿te soltaron la cadena? –dijo el Negro mostrando los dienetes, lo único blanco que tenía.

- No, en realidad, logramos un acuerdo, y le estoy haciendo un favor –contestó Jorge con las pocas ganas que le sobraban.

- Déjame adivinar ¿te pidió que te vinieras a tomar unas cervezas con el Pirra? –preguntó el Negro.

- Si, pero sus palabras no fueron esas, lo que ella dijo fue: “vete a la mierda” y aquí estoy –contestó Jorge a media sonrisa.

- Gracias por hacernos compañía, ya te extrañábamos, este lugar no es lo mismo sin ti, ya no huele tan mal –dijo el Negro correspondiendo al comentario.

- No te emputes Negrito era broma.

- Cámara gordas, se les va a caer la matriz –gritó el Pirra desde la otra mesa.

- Llegaste antes –dijo Jorge.

- No mi George soy un holograma que te mandé por adelantado pa que no te desesperes –dijo el Pirra-. Quita tu cara ñero, tienes cara mil chaquetas. Mira, pasó el estopas y me dejó esto.

- No vayas a fumar aquí wey, luego se pone al pedo el Negro –dijo Jorge.

- No te digo cabrón, andas en pleno sangrado ¿trajiste las de alitas pa no mancharte? Es para tí wey, pa que te la fumes cuando quieras –dijo en tono festivo el Pirra. Oye wey, por cierto, como ya sabía que iba a andar con tu cara de pendejo le llamé a la Queta para que te haga un favor, o dos, o los que quieras.

- No mames ¿neta?

- A huevo, además le dije que se pusiera con las chelas, jejejejeje, en pocas palabras de estoy padrotiando carnal

- No mames ya ves cómo se pone la ruca wey, con más de tres chelas la última vez se mió afuera de su casa en frente de mí, con tal de que no me fuera no quiso entrar al baño de su casa –dijo Jorge-, no mames la soñé varias veces, soñaba que se encabronaba de que no le hacía caso y me amarraba y me orinaba la cara y para poder seguir orinando tomaba mucha cerveza caliente hasta ponerse borracha, y me insultaba y en cuanto volvía a tener ganas de orinar lo hacía en mi cara, y bailaba desnuda sobre mí y cuando tenía ganas de orinar se quedaba quieta y decía con voz aguardentosa: “espera, acabo de tener una idea, con esto si te vas a enamorar de mí” y me volvía a orinar…

- No mames, ya me dio asco, ya cállate –interrumpió el Pirra– además eso no va a pasar no seas pinche exagerado.

- Cuando se ponga peda y me quiera besar te la voy a echar a ti wey, vas a ver.

- Hey, momento ¿cuándo has visto que el padrote se vuelva puta?

La charla continuo por los mismos rumbos interesantes con que comenzó hasta que llegó la invitada especial.

Hola corazón ¿qué milagro que te dejas ver, o te enojaste con la bruja esa? –dijo radiante Queta.

Más o menos –contestó Jorge.

Bueno, pus yo los dejo –dijo el Pirra mientras se levantava- tengo que ir a cobrar unos tenis que le vendí al Walo.

No mames Pirra, no te vayas, orita nos vamos en un rato –dijo Jorge presagiando una catástrofe.

No seas tan obvio corazón si no quieres quedarte conmigo solo solo dilo, no tienes que ser tan grosero ¿o será más bien que me tienes miedo? –dijo Queta con tono de fingida indignación.

Mira Queta yo no te invité, si quieres estar aquí es por tu voluntad y no te tengo miedo –contestó Jorge muy serio.

Nos vemos luego –dijo el Pirra mientras salía.

Hola Negrito –dijo Queta ignorando el último comentario de Jorge- tráeme dos cervezas frías porfitas.

Hola Queta, aquí estan las cervezas, yo solo las vendo, no las sirvo –dijo secamente el Negro.

Las rondas pasaban más rápido que los minutos, las risas de Queta se habían vuelto más despreocupadas y ruidosas, ya caminaba muy irregularmente y costaba trabajo entenderle lo que decía.

- Ya me voy Queta –dijo Jorge cuando regresaba del baño- ya es tarde y me siento borracho.

- No seas así, no te vayas, orita nos vamos juntos –dijo Queta con dificultad.

- No te voy a llevar a tu casa y mucho menos voy a entrar en ella, mejor olvídalo y luego nos vemos, y por favor no insistas, ya pagué esta ronda –dijo Jorge de corrido.

- Espera tantito, esta bien, eres bien mamón, te sientes la última coca del desierto, pero de todos modos te quiero, no seas malo, solo dame un beso y ya te dejo ir –dijo Queta con fingida resignación-

- Ya vas a empezar ¿cuántas veces te he dicho que entre más necia te pongas más me hacer encabronar? Abusas de que soy un caballero y no te puedo reventar un madrazo –dijo Jorge claramente enfadado.

- Solo faltaba eso maldito bastardo, que a parte de humillarme me pegaras, pendejo ¿quiénte crees? ¿Luis Miguel? –vociferó Queta- te pido un beso y ya me quieres cachetear malnacido.

- Ya cálmate chinga, baja la voz, tranquilízate y suéltame, no mames Queta, te alocas bien cabrón…

- No me digas que me calme animal, y no me digas lo que tengo que hacer solo dime si me vas a dar un puto beso sino no sabes de lo que soy capaz –dijo Queta amenazante.

- Esta bien, tranquila –dijo Jorge recordando sus pesadillas–, pero vamos para allá, por el baño, porque acá hay mucha gente.

Jorge no tenía intención de entrar al baño quería que todo fuera breve, pero se vio arrastrado literalmente hacia el interior del baño.

- Maldita sea Queta dijiste que solo era un beso– dijo Jorge atropelladamente

- No sea maricón, ya estas aquí –dijo Queta mientras le quitaba la playera con premura.

- Ya estuvo, aguanta, no van a ver –dijo Jorge sin poder detener las manos de Queta.

- No te hagas del rogar si también quieres –dijo Queta convencida.

- Nel, no mames, ya estuvo, estas loca como una cabra, ahí te ves –dijo Jorge mientras, en un solo acto, agarró su playera, se abrochó el ziper y salió del baño, la playera se la iba poniendo por el camino– mierda, está mojada de sabrá Dios qué.

- Maldito maricón, vete a la mierda– gritó Queta desde el baño.

Parecía que iba a ser un fin de semana largo, ya era la segunda vez en el día que lo mandaban a la mierda, tal vez eso era lo mejor, irse a la mierda, pero cabía una pequeña duda: ¿dónde estaba la mierda? Caminó hasta su casa, hacía frio y se sentía más con la playera mojada de orines.

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