viernes, 20 de agosto de 2010

El instante preciso

Ojalá hubiera menos guerras y más comprensión

Más valores y menos injusticias

Si hubiera callado en el regaño de papá

En ese preciso instante

Donde el guía señala el camino con su dedo

Justo en el momento en que mi espalda mostró mi desprecio

Alguna vez, cuando terminó de vender su trabajo

Y ya era hora de tomarse el sincero corazón con la mano ríspida

Y ponerla en la mesa de la preocupación y los consejos

Con la palabra clara, en ocasiones, excesivamente clara

Me hablaste de Dios, el otro Padre, tu propio ejemplo

Dijiste algo sobre las virtudes y el trabajo

Yo tenía sueño y tedio, mi silencio gritaba hasta no escucharte

En ese preciso instante

Donde el maestro te enseña a dormir tranquilo

En el momento donde ojos y oídos arrogantes desairan neciamente lo que creen saber

Pagaste el precio de mis desvaríos sin reclamar otra cosa que mi atención

Con férreo puño quitaste el miedo de mi almohada

En mi cama de promesas inciertas y sueños guajiros

Al alba me invitaste a tomar el mundo en mis hombros

Pero yo estaba ocupado, en un vuelo sin moral ni pesados valores

Y cuando la tristeza del vacío me tomó de la mano

Ya tu cabeza sangraba canas de cansancio y muerte

Tus ojos ya no miraban ni tu boca hablaba de aquello que hace a un hombre

En ese preciso instante

Los valores se amotinaron como recuerdos perdidos de un mal discípulo

Como crueles reproches de una vida sin destino

Porque no escuchar a un padre es como no tenerlo

Ojalá hubiera menos guerras y más comprensión

Más valores y menos injusticias

Ojalá todos tuviéramos un Padre… en este preciso instante.

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