Ojalá hubiera menos guerras y más comprensión
Más valores y menos injusticias
Si hubiera callado en el regaño de papá
En ese preciso instante
Donde el guía señala el camino con su dedo
Justo en el momento en que mi espalda mostró mi desprecio
Alguna vez, cuando terminó de vender su trabajo
Y ya era hora de tomarse el sincero corazón con la mano ríspida
Y ponerla en la mesa de la preocupación y los consejos
Con la palabra clara, en ocasiones, excesivamente clara
Me hablaste de Dios, el otro Padre, tu propio ejemplo
Dijiste algo sobre las virtudes y el trabajo
Yo tenía sueño y tedio, mi silencio gritaba hasta no escucharte
En ese preciso instante
Donde el maestro te enseña a dormir tranquilo
En el momento donde ojos y oídos arrogantes desairan neciamente lo que creen saber
Pagaste el precio de mis desvaríos sin reclamar otra cosa que mi atención
Con férreo puño quitaste el miedo de mi almohada
En mi cama de promesas inciertas y sueños guajiros
Al alba me invitaste a tomar el mundo en mis hombros
Pero yo estaba ocupado, en un vuelo sin moral ni pesados valores
Y cuando la tristeza del vacío me tomó de la mano
Ya tu cabeza sangraba canas de cansancio y muerte
Tus ojos ya no miraban ni tu boca hablaba de aquello que hace a un hombre
En ese preciso instante
Los valores se amotinaron como recuerdos perdidos de un mal discípulo
Como crueles reproches de una vida sin destino
Porque no escuchar a un padre es como no tenerlo
Ojalá hubiera menos guerras y más comprensión
Más valores y menos injusticias
Ojalá todos tuviéramos un Padre… en este preciso instante.
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