Los vinos, por lo general, cuando se añejan se refinan, a los paladares educados, las relaciones, por lo contrario, se avinagran, y pensamos que eso le había pasado a
- ¿Qué pedo rita? –sonó de un lado del auricular.
- Oye wey, dime la verdad, o te la saco, ¿se va a armar lo del Kaguapato? –Espetó Kaguaman.
- Pus si cabrón, pero recuerda que no le tienes que decir a nadie –contestó Kaguatrón.
- No mames con tus secretos, si va a ser una fiesta wey no una junta del Kukux Clan –dijo Kaguaman.
- Aguas con lo que dices cabrón, esta operación es secreta para el Kaguapato y tiene nombre, y se llama: “echa las gordas al comal” –dijo Kaguatrón en tono serio.
- Vale, tons mira, haremos esto: voy a confirmar con el SuperCori el ruido, voy a traer unas nenas del Liguero de
- ¿Unos guawis? –preguntó Kaguatrón relamiéndose los labios.
- No mames, los invitados, por cierto ¿ya comparaste el líquido para frenos que haremos pasar por Vodka? –dijo Kaguaman.
- Si wey, además también ya tengo el menú de la fiesta pero la crema está muy espesa –explicó Kaguatrón.
- Ahhh, no mames ¿habrá crema de champiñones? ¿o de elote?
- Jajajaja, no wey, la crema Alpura para los Sabritones, y también ya tengo los cocteles –dijo Kaguatrón convencido.
- Ahhh cabrón ¿de qué será la coctelería? A mi me latería unos Alfonso XIII –insistió Kaguaman.
- Jajaja, hoy estas mas pendejo que de costumbre, la coctelería son dulces: chocolates, chochos, clonazepam, diazepam, ribotril, valium (y eso que ya está descontinuado), LSD, éxtasis, tachas, crack, champis y peyote (pa los vegetarianos), además como unos
- Vale, tons ahora qué te parece si nos vemos para ver si no te hicieron pendejo con la dulcería, habrá que ver qué tal está para advertir a los invitados que le midan el agua a los chayotes, y de paso afinamos los detalles que falten ¿Qué te parece? –dijo Kaguaman esperando respuesta.
- En Chipo y Tema en 15 minutos –indicó Kaguatrón.
- Vas –colgó Kaguaman.
Llegamos al kaguartel general y de inmediato empezamos con una rigurosa, metódica y sistemática cata de todos los chocolates, hasta que nos dio algo de sed, afortunadamente teníamos anticongelante para las emergencias, entonces, buscando un lugar para nuestras anestesiadas posaderas, encontramos, entre los restos de los archivos secretos del kaguartel general, un video que se titulaba “Mi primera palabra”, título que por demás, conociendo al Kaguapato, sonaba a una cruel ironía, porque el material mostraba a un hermoso niño de 10 años, rosado y regordete, jovial, juguetón y coqueto, pero que, según sus allegados, hasta entonces no decía una puta palabra, sin embargo, la magia del oráculo Mario-netas se hizo presente, y el niño habló, aunque, a pesar de todos, nada se le entendía, y su señora madre, una piadosa mujer exclamó algo que quedará desde siempre para la posteridad del You Tube: “Patitoooo”, lo abrazó, le limpió los mocos, y lo besó como sólo una madre es capaz de besar a su extraño hijo. El video terminaba ahí, con el beso de la madre amorosa, aunque en su interior cargaba con el oscuro presentimiento de que su hijo estaba destinado a algo tan torcido como su propio lenguaje, y así fue. Cinco años después conoció a una hermosa mujer que sería su compañera y traductora durante nueve largos años. Ella le enseñó el español, y él le enseñó las inflexiones de su complicado idioma, que juntos nombraron: patugués. Juntos eran la pareja más hermosa nunca vista en esa calle, porque eran vecinos, y no se dejaban ver porque siempre estaban encamados; sus allegados los llamaron de cariño “la familia Peluche”. Aunque Kaguapato jamás se imaginó que, mediante una amarga ironía que el oráculo olvidó mencionar, aquella cándida pielecilla sería ni más ni menos que la temible Peluchona, su mnémesis, que poseía la pavorosa habilidad de acercarse como una tierna gatita de angora para, cuando el incauto estaba descuidado, meterle un falo de plástico unido a un calzón de piel con estoperoles de pico atrás, y ya cuando el guiñapo perdía su voluntad, los ahorcaba con una bufanda de peluche rosa hecha de vello púbico ¡su vello púbico!
- ¿Te acuerdas de la vieja del Kaguapato? La que le quería meter un pito de unisel, wey –le inquiere Kaguaman a Kaguatrón.
- Sí ¡cómo no! La misma cabrona que reventó bombas Molotov al kaguartel, hasta nos quemó la plantitas de mota que teníamos sembradas, por eso luego toda la pinche colonia salió a bailar en cueros ¿recuerdas cabrón? Toda la pinche chamulada bailando la de “camarón pelao tu quieres… camarón pelao te doy… ¡con salsita y con limón!”…
- ¿Verdad que estaban buenos los chocolates? –interrumpió Kaguaman.
- Es que ya ni la chingan, pinche desmadre ¿creen que los vecinos decentes no dormimos? ¡No mamen! Toda la noche con la “guaracha sabrosona”…
- ¡Oye cabrón! ¿te das cuenta de lo que hemos descubierto? –volvió a interrumpir Kaguaman.
- Si, que la mota apendeja y desinhibe…
- No cabrón ¿viste al Kaguapato en el video? ¿Tenía plumas? Pus no wey, no tenía, el wey nación normal ¿sabes que pedo? Que se me hace que se cumplió la antigua profecía dicha por boca del sabio Mario-netas, que habría una enemiga de un futuro integrante de
- Jajajajajaja ¡Sus plumas! Entonces la profecía explica todo, porque la otra parte decía que, sin embargo, ella le abriría las puertas al mundo y a su destino ¡y ella fue quien le enseñó español! ¡A huevo! Mira cabrón, hemos descubierto la vida secreta del Kaguapato, por eso cada que le preguntábamos sobre él se ponía a llorar y a balbucear palabras en patugués –completço Kaguatrón.
- Pues por lo visto este cabrón se salvó del pito de plástico, pero morirá cubierto por el más hermoso objeto de su deseo –rió Kaguaman.
- Recuerdo cómo llegó correteando al pemdejo del Kaguaboy que le había pisado su colita, y se quedó porque al único que no le muerde la mano cuando lo alimenta es a ti –dijo Kaguatrón.
- Jajaja, ya le enseñé a hacer buches con clarasol, jajajaja, y él me está enseñando a decir puto en su idoma, mira: psksueigjhfe…
- Deja de decir sandeces wey, y vámonos a echar las gordas al comal, ya se hizo tarde –finiquitó Kaguatrón.
Después de muchos intentos Kaguatrón logró levantarse, y después de muchos otros intentos logró intentar ayudar a Kaguaman que intentaba, a su vez, con muchos otros más intentos, levantarse, cuando, abruptamente, después de varias horas, se dieron cuenta de que los intentos habían sido infructuosos.
- Ya párate wey no mames, ya es bien tarde –exigió Kaguatrón.
- Tu primero.
- Yo ya estaba parado wey, pero me tiraste en alguno de tus intentos –replicó Kaguatrón.
- Pues si te tiré, también te pongo casa wey, jajajajaja –rió Kaguaman.
- Ya wey, a la de tres...
Aunque el cuerpo no les funcionaba bien, el cerebro lo intentaba con dos hamsters de potencia por módulo, o sea, por chiluca, Kaguaman, por su parte, repasaba metódicamente la lista de enseres que con afán había preparado, maquiavélicamente, con meses de anticipación:
- A ver, aquí está:
Ø El SuperCori con el ruido… ¡mierda! No le hablé, uno menos.
Ø El liguero de
Ø Los weyes de los guawis… si vinieron.
Ø Los Sabritones con crema… ¡Este atascado ya se los tragó!
Ø Los cocteles… shialesss, ya no más están la mitá, bueno, con esos.
Ø ¡Listo! Está todo, ya vámonos carnal.
De camino, pensamos, muchas veces, porque la memoria también nos fallaba, lo significativo que había sido el Kaguapato en el desarrollo de
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