viernes, 20 de agosto de 2010

Kaguapato, el origen

Los vinos, por lo general, cuando se añejan se refinan, a los paladares educados, las relaciones, por lo contrario, se avinagran, y pensamos que eso le había pasado a la Liga de la Kaguama. Hace 18 meses la catástrofe se ciñó con todas sus uñas de mujer histérica, sobre la Liga, todos fuimos exterminados, o por lo menos eso creyeron nuestros enemigos. Aunque algunos de nuestros enemigos fueron traicionados por sus aliados claves del oscuro mundo femenino, como en el caso de SuperCori, el líder de los charangueros del mal, que ahora formaba parte del club de Rosana y cantaban todas las noches unos himnos paganos de la edad media que traducidos del esperanto sonaba algo así: “No quiero estar sin ti, si tu no estas aquí me sobra el aire (prrrrrrrrrt)” a lo que luego hacían unas extrañas y heréticas alusiones a la ignorancia de Dios, y ahora, SuperCori clamaba por lo único que la Liga de la Kaguama podía ofrecer: rock&roll, drogas, alcohol, en menosprecio casi absoluto de la compañía femenina permanente, ya que estábamos en una guerra declarada con nuestras archienemigas que acababan de notar que seguíamos vivos y reload, que traducido del patugués, significa “más cagados que nunca”. Era el primer paso hacia la reintegración de la Liga, una vez que nuestras enemigas se habían dado cuenta de nuestra pujanza como superhéroes renacidos, ahora teníamos que ser mucho más cuidadosos, sin ignorar lo que habíamos aprendido de sus exquisitas torturas, ahora bien, la mejor forma y la más significativa de volver a las andadas, era reventar en un tecnotreo de antología, donde quedáramos con el culo pa’rriba y la lengua entierrada. Teníamos que poner en práctica lo que habíamos aprendido en los últimos meses en estado permanente de meditación profunda e inducida, huelga a parte del agradecimiento que le debíamos a nuestro oráculo de cabecera, el Mario-netas, el gran señor de las verdades, que, dicho sea de paso recordemos: “este ajito y esta mota están bien verdá de Dios mi Kaguaman, qué no?”. De modo que teníamos una titánica misión en puerta: detener el tiempo en la eternidad de las chelas y el rock&roll, y ¿por qué no? Hasta nos podríamos levantar a una changuita. Así que nosotros, Kaguaman y Kaguatrón, nos dispusimos a organizarla, pero en secreto.

- ¿Qué pedo rita? –sonó de un lado del auricular.

- Oye wey, dime la verdad, o te la saco, ¿se va a armar lo del Kaguapato? –Espetó Kaguaman.

- Pus si cabrón, pero recuerda que no le tienes que decir a nadie –contestó Kaguatrón.

- No mames con tus secretos, si va a ser una fiesta wey no una junta del Kukux Clan –dijo Kaguaman.

- Aguas con lo que dices cabrón, esta operación es secreta para el Kaguapato y tiene nombre, y se llama: “echa las gordas al comal” –dijo Kaguatrón en tono serio.

- Vale, tons mira, haremos esto: voy a confirmar con el SuperCori el ruido, voy a traer unas nenas del Liguero de la Justicia y otras del canal 28, además creo que se van a pegar unos weyes…

- ¿Unos guawis? –preguntó Kaguatrón relamiéndose los labios.

- No mames, los invitados, por cierto ¿ya comparaste el líquido para frenos que haremos pasar por Vodka? –dijo Kaguaman.

- Si wey, además también ya tengo el menú de la fiesta pero la crema está muy espesa –explicó Kaguatrón.

- Ahhh, no mames ¿habrá crema de champiñones? ¿o de elote?

- Jajajaja, no wey, la crema Alpura para los Sabritones, y también ya tengo los cocteles –dijo Kaguatrón convencido.

- Ahhh cabrón ¿de qué será la coctelería? A mi me latería unos Alfonso XIII –insistió Kaguaman.

- Jajaja, hoy estas mas pendejo que de costumbre, la coctelería son dulces: chocolates, chochos, clonazepam, diazepam, ribotril, valium (y eso que ya está descontinuado), LSD, éxtasis, tachas, crack, champis y peyote (pa los vegetarianos), además como unos 250 m3 de humo de los dioses, y unas monas pa los iletrados –terminó Kaguatrón.

- Vale, tons ahora qué te parece si nos vemos para ver si no te hicieron pendejo con la dulcería, habrá que ver qué tal está para advertir a los invitados que le midan el agua a los chayotes, y de paso afinamos los detalles que falten ¿Qué te parece? –dijo Kaguaman esperando respuesta.

- En Chipo y Tema en 15 minutos –indicó Kaguatrón.

- Vas –colgó Kaguaman.

Llegamos al kaguartel general y de inmediato empezamos con una rigurosa, metódica y sistemática cata de todos los chocolates, hasta que nos dio algo de sed, afortunadamente teníamos anticongelante para las emergencias, entonces, buscando un lugar para nuestras anestesiadas posaderas, encontramos, entre los restos de los archivos secretos del kaguartel general, un video que se titulaba “Mi primera palabra”, título que por demás, conociendo al Kaguapato, sonaba a una cruel ironía, porque el material mostraba a un hermoso niño de 10 años, rosado y regordete, jovial, juguetón y coqueto, pero que, según sus allegados, hasta entonces no decía una puta palabra, sin embargo, la magia del oráculo Mario-netas se hizo presente, y el niño habló, aunque, a pesar de todos, nada se le entendía, y su señora madre, una piadosa mujer exclamó algo que quedará desde siempre para la posteridad del You Tube: “Patitoooo”, lo abrazó, le limpió los mocos, y lo besó como sólo una madre es capaz de besar a su extraño hijo. El video terminaba ahí, con el beso de la madre amorosa, aunque en su interior cargaba con el oscuro presentimiento de que su hijo estaba destinado a algo tan torcido como su propio lenguaje, y así fue. Cinco años después conoció a una hermosa mujer que sería su compañera y traductora durante nueve largos años. Ella le enseñó el español, y él le enseñó las inflexiones de su complicado idioma, que juntos nombraron: patugués. Juntos eran la pareja más hermosa nunca vista en esa calle, porque eran vecinos, y no se dejaban ver porque siempre estaban encamados; sus allegados los llamaron de cariño “la familia Peluche”. Aunque Kaguapato jamás se imaginó que, mediante una amarga ironía que el oráculo olvidó mencionar, aquella cándida pielecilla sería ni más ni menos que la temible Peluchona, su mnémesis, que poseía la pavorosa habilidad de acercarse como una tierna gatita de angora para, cuando el incauto estaba descuidado, meterle un falo de plástico unido a un calzón de piel con estoperoles de pico atrás, y ya cuando el guiñapo perdía su voluntad, los ahorcaba con una bufanda de peluche rosa hecha de vello púbico ¡su vello púbico!

- ¿Te acuerdas de la vieja del Kaguapato? La que le quería meter un pito de unisel, wey –le inquiere Kaguaman a Kaguatrón.

- Sí ¡cómo no! La misma cabrona que reventó bombas Molotov al kaguartel, hasta nos quemó la plantitas de mota que teníamos sembradas, por eso luego toda la pinche colonia salió a bailar en cueros ¿recuerdas cabrón? Toda la pinche chamulada bailando la de “camarón pelao tu quieres… camarón pelao te doy… ¡con salsita y con limón!”…

- ¿Verdad que estaban buenos los chocolates? –interrumpió Kaguaman.

- Es que ya ni la chingan, pinche desmadre ¿creen que los vecinos decentes no dormimos? ¡No mamen! Toda la noche con la “guaracha sabrosona”…

- ¡Oye cabrón! ¿te das cuenta de lo que hemos descubierto? –volvió a interrumpir Kaguaman.

- Si, que la mota apendeja y desinhibe…

- No cabrón ¿viste al Kaguapato en el video? ¿Tenía plumas? Pus no wey, no tenía, el wey nación normal ¿sabes que pedo? Que se me hace que se cumplió la antigua profecía dicha por boca del sabio Mario-netas, que habría una enemiga de un futuro integrante de la Liga, y que sería ella quién le seleccionaría su forma de morir, y ésta sería enterrado en lo que él más amaba de ella… jajajajaja, ahora caigo, che pato cerdo ¿ya te diste cuenta qué era lo que más le gustaba de ella? –preguntó Kaguaman.

- Jajajajajaja ¡Sus plumas! Entonces la profecía explica todo, porque la otra parte decía que, sin embargo, ella le abriría las puertas al mundo y a su destino ¡y ella fue quien le enseñó español! ¡A huevo! Mira cabrón, hemos descubierto la vida secreta del Kaguapato, por eso cada que le preguntábamos sobre él se ponía a llorar y a balbucear palabras en patugués –completço Kaguatrón.

- Pues por lo visto este cabrón se salvó del pito de plástico, pero morirá cubierto por el más hermoso objeto de su deseo –rió Kaguaman.

- Recuerdo cómo llegó correteando al pemdejo del Kaguaboy que le había pisado su colita, y se quedó porque al único que no le muerde la mano cuando lo alimenta es a ti –dijo Kaguatrón.

- Jajaja, ya le enseñé a hacer buches con clarasol, jajajaja, y él me está enseñando a decir puto en su idoma, mira: psksueigjhfe…

- Deja de decir sandeces wey, y vámonos a echar las gordas al comal, ya se hizo tarde –finiquitó Kaguatrón.

Después de muchos intentos Kaguatrón logró levantarse, y después de muchos otros intentos logró intentar ayudar a Kaguaman que intentaba, a su vez, con muchos otros más intentos, levantarse, cuando, abruptamente, después de varias horas, se dieron cuenta de que los intentos habían sido infructuosos.

- Ya párate wey no mames, ya es bien tarde –exigió Kaguatrón.

- Tu primero.

- Yo ya estaba parado wey, pero me tiraste en alguno de tus intentos –replicó Kaguatrón.

- Pues si te tiré, también te pongo casa wey, jajajajaja –rió Kaguaman.

- Ya wey, a la de tres...

Aunque el cuerpo no les funcionaba bien, el cerebro lo intentaba con dos hamsters de potencia por módulo, o sea, por chiluca, Kaguaman, por su parte, repasaba metódicamente la lista de enseres que con afán había preparado, maquiavélicamente, con meses de anticipación:

- A ver, aquí está:

Ø El SuperCori con el ruido… ¡mierda! No le hablé, uno menos.

Ø El liguero de la Justicia… nel, mejor no, porque se ponen celosas, además están en un congreso sobre lencería sádica y equidad de género.

Ø Los weyes de los guawis… si vinieron.

Ø Los Sabritones con crema… ¡Este atascado ya se los tragó!

Ø Los cocteles… shialesss, ya no más están la mitá, bueno, con esos.

Ø ¡Listo! Está todo, ya vámonos carnal.

De camino, pensamos, muchas veces, porque la memoria también nos fallaba, lo significativo que había sido el Kaguapato en el desarrollo de la Liga de la Kaguama, que, por cierto, esto implicaba, que se cumpliría la profecía que a letra, en boca del sabio Mario-netas, decía: “habrá un nuevo guerrero, alado, y de extraño lenguaje, que traerá el equilibrio a las dos principios fundamentales, llámalos como quieras, ying-yang, negro-blanco, borracho-sobrio, culo-pito, cagado-serio, y mostraría que con su originalidad traería la paz del espíritu”, ohhh, por eso siempre lo mandábamos por las chelas y él, fiel a su emplumado destino, iba corriendo, pero siempre llegaba con dos menos de las que le pedíamos. De modo que íbamos como un par de hoplitas griegos, brazo con brazo, escudo con escudo, lanza con lanza, armadura con armadura, casco con casco, chile con chile, bueno, eso después, llegamos, decíamos, a la party, dispuestos a… enfrentar nuestro destino sin saber si el destino nos iba a dejar levantar una changuita.

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